Lamentables accidentes
En los últimos días posiblemente
habremos tenido oportunidad de leer o escuchar sobre dos lamentables accidentes
en kayak. El primero en la bahía de Algarrobo, en la playa del Canelo, donde un
padre y su hijastro arrendaron un kayak sit on top y se acercaron demasiado a
las rompientes, donde el kayak volcó y sus ocupantes fueron lanzados por la
fuerza de las olas contra las rocas. El hijo alcanzo a escalar las rocas
salvándose, mientras el padre quedó inconsciente y fue imposible salvarlo.
El segundo accidente, en las
costas de la Octava Región, cerca de Penco, donde al momento de escribir este
artículo, aun no se ha encontrado al desaparecido kayakista después de 10 días
de intensa búsqueda y de cuyo kayak fue encontrado vacío. Presumiblemente el
remador no llevaba chaleco salvavidas.
¿Es el kayak de mar un deporte
inherentemente peligroso? Caminar no es una actividad peligrosa, pero cruzar la
calle sin mirar a los lados si lo es. De la misma forma, el kayak de mar no
tiene por qué ser intrínsecamente peligroso, pero una combinación de la
actividad con el medio y el sujeto pueden conducir a una receta fatal.
Los deportes al aire libre en
general no están exentos de algún nivel de riesgo, especialmente cuando son en
un medio acuático, y particularmente el kayak de mar tiene la desventaja que en
condiciones benignas reviste muy poca dificultad su práctica, induciendo en el
remador una falsa sensación de seguridad y control.
Aun con todos los elementos de
seguridad, el mar es un medio difícil de manejar. Las condiciones de la orilla
no son ni remotamente parecidas a las de unos pocos cientos de metros adentro,
el viento sale sin avisar, las olas se empinan y el agua no se compadece de
nuestra vestimenta veraniega.
Entonces, ¿Cual es la causa
principal de los accidentes? ¿Imprudencia? ¿Descuido? … algunas veces. Pero me
inclino más por sindicar responsable a la falta de educación. Sí, sobre los
peligros del mar, sobre las áreas peligrosas, sobre las cambiantes condiciones,
sobre las medidas de seguridad, sobre cómo proceder en caso de una emergencia
entre otros.
¿Y el responsable? ¿La Armada?
¿La municipalidad? ¿La empresa que arrienda los kayaks? No, no y no respectivamente.
El responsable es el remador. Los anteriores deben y normalmente hacen campañas
educativas, y tal vez podrían advertir de los peligros a los improvisados
kayakistas, pero finalmente la responsabilidad es de cada uno. Como caminar y
cruzar la calle.
En ese espíritu, algunos consejos
a los aspirantes a kayakistas de mar:
El mar es un medio muy cambiante
y de gran poder que fácilmente supera a cualquier embarcación. No es un lugar
para aprender sin instrucción calificada. Si se aventura en este medio sin la
debida instrucción, hágalo con las máximas precauciones y en áreas consideradas
seguras, como bahías y caletas, lejos de rompientes y acantilados.
El kayak sit on top o kayak
recreativo no es una embarcación de grado marino. Es muy difícil de controlar
en mares confusos y con viento. Para recorridos costeros fuera de bahías y
caletas, use un kayak de mar, equipado con todos los elementos de seguridad.
Esto aplica también a grandes lagos.
Siempre lleve puesto el chaleco
salvavidas, así como la protección térmica necesaria en caso de inmersión.
Lleve consigo una radio de banda marina o un celular en caso de tener que pedir
ayuda.
Evite salir a remar solo. Un
mínimo de tres kayaks es lo recomendable. En caso de salidas largas o
expuestas, de aviso a la alcaldía o capitanía más cercana sobre la ruta,
integrantes y hora de regreso.
Busque instrucción competente de
acuerdo al nivel del deporte que quiera practicar. No hay mejor tiempo y dinero
invertido que el de tomar un curso.
Infórmese de las condiciones del
tiempo y del mar. No salga en condiciones desconocidas o que excedan nuestras
capacidades.
Finalmente, si quiere embarcarse
en el deporte del kayak de mar, únase a algún club donde encontrará con quien
aprender, salir y compartir este apasionante deporte con seguridad, ya sea para
una vuelta a la laguna o tranque local, como para pasar tres semanas en los
fiordos de la Patagonia.
Preventivamente
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